La luna estaba enojada
y no quería alumbrar
pero la noche mandona
le ordenaba ¡haz de brillar!
-No quiero- decía la luna
y en las nubes se envolvía
-hoy me siento resfriada
brillé tanto el otro día.
La noche, entonces, furiosa
le dijo al amanecer
la luna es una porfiada
no me quiere obedecer.
Y de ahí se fue corriendo
a hablar con la tempestad
-¡hay que mostrarle a la luna
que se hace mi voluntad!
Si ella no quiere alumbrar
por flojera o por maldad
¡que vengan rayos y truenos
alumbren la tempestad!
Pero los rayos y truenos
andaban de vacaciones.
-¡No señora, no queremos,
no es noche de obligaciones.
Entonces la noche oscura
ya no sabiendo qué hacer
se puso a llorar de rabia
y a eso le llaman “llover”.
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